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El otro día me visitó una clienta, que conocía de mi época de juventud (sí,esa época en la que todos hacemos locuras, incluso los que nos dedicamos a la salud), y mantuvimos una conversación muy profunda sobre la vida y las emociones… Y gracias a ello, he pensado en el siguiente artículo: «cómo las emociones pueden provocar problemas físicos».

Hace unos tres años tuve una experiencia complicada en mi vida… Es una de esas cosas que te ocurren en la vida, en la cual tomas una decisión para mejorar tu vida y después de tomarla empiezan a aparecer las dudas, miedos, remordimientos…Seguro que te ha pasado alguna vez. No soy experto en la mente, me parece interesante el tema, por eso tengo la gran suerte y el placer de contar con un experto en la materia el cuál aconsejo a los clientes que le llamen en el caso de creer que es un problema emocional: Vicente Casaña, su blog es una pasada, y sus terapias más aún. Él me acompañó en una de las decisiones que tomé, que fue iniciarme en el camino espiritual. Sí majos, me he hecho un poco zen… aunque más bien no era consciente que ya lo era…

Empecé a descubrir

Una de las cosas que pude percibir y descubrir es que la duda sobre la decisión que había tomado en mi vida estaba haciendo que mis tobillos se volvieran más débiles y sintiera poca estabilidad, mis piernas se cargaban más, sufría dolores de rodilla, cadera e incluso de la zona baja lumbar… Gracias a Bezenterapia me di cuenta cómo estaban afectando mis pensamientos a mi estado físico y cómo éstos pensamientos me perjudicaban a la hora de realizar actividades físicas o de seguir con mi día a día.

Las piernas representan tu capacidad para avanzar en la vida, tomar cambios de dirección en la vida, ir hacia nuevas experiencias, continuar con tu vida, seguir un camino, etc. En la vida, las piernas son lo que te llevan hacia adelante. Los problemas en las piernas suelen indicar un miedo a avanzar o una renuncia a seguir andando en cierta dirección. Corres, te arrastras, andas de puntillas, se te aflojan las rodillas, eres patituerto o patizambo y te quedas patitieso…

Lo que encontré

Yo voy a hablar brevemente de dos músculos en concreto, ya que en el día a día atiendo a personas que comúnmente tienen problemas con estos dos músculos.

Uno de los músculos más emocionales es el músculo diafragma. Es un músculo que se encuentra por dentro de la caja torácica, tiene forma de una cabeza de champiñón, y está relacionado directamente con la respiración: cuando se contrae se aplana para dejar entrar el aire a los pulmones, y cuando se relaja cierra la caja torácica para presionar los pulmones y expulsar el aire. Es un músculo que con el estrés, las preocupaciones, la tristeza se ve afectado debido a nuestros cambios respiratorios. Cuando estamos estresados respiramos muy rápidamente, eso hace que dicho músculo reduzca su rango de movimiento, por consiguiente los demás músculos relacionados con él (músculos dorsales, lumbares y cervicales, del pecho, de los hombros, del cráneo, del abdomen…) se verán directamente afectados, y pueden provocar problemas de movilidad cuando nos agachamos, cuando cogemos objetos, cuando cogemos a los niños, cuando cogemos aire o cuando corremos. Debido al estrés diario que la sociedad a impuesto, es importante trabajar este músculo para que se relaje y evitar problemas musculares o de espalda.

Otro músculo que es muy emocional es el psoas. Es un músculo que se encuentra en la parte anterior de la zona lumbar y se inserta en el trocánter menor del fémur (la zona de la ingle) y es un flexor de la pierna y un rotador externo, y según algunos expertos interviene en la curvatura lordosante de la zona lumbar. Este músculo puede verse afectado por las siguientes emociones: miedo, responsabilidades cogidas por miedo, inseguridad o problemas económicos. Un problema de ésta ínidole puede reducir su rango de movimiento y provocar problemas lumbares, de cadera o de pierna por los músculos que van relacionados con él (cuadrado lumbar, aductores, cuádriceps, dorsal ancho) incluso provocar la reducción de la curvatura lumbar.

Haz esta prueba – No te la pierdas

Una sencilla prueba te puede indicar si tienes estos dos músculos tensos:

Diafragma: Tumbate boca arriba (en decúbito supino), flexiona tus rodillas y coloca tus manos en la parte de delante de las costillas con unos dedos en las costillas y otros donde acaban las costillas e inspira y espira profundamente durante unos 4 segundos. Si no puedes inspirar o espirar profundamente durante 4 segundos, puedes tener el diafragma limitado en su movilidad; Si hay una diferencia de movilidad de tus costillas entre tu mano derecha e izquierda o o no se mueven mucho al inspirar y espirar, puedes tener el diafragma limitado en su movilidad.

Psoas: Túmbate en decúbito supino (boca arriba) en la cama con las piernas fuera de la cama , pero el glúteo dentro de ella, y flexiona una pierna en dirección a la axila (importante en ésta dirección). Si la pierna que está estirada no se mantiene en esa posición y tiende a flexionarse, quizás tengas el psoas acortado; Para ésta prueba necesitarás a una persona que te ayude: túmbate en el suelo y que una persona se ponga detrás de tu cabeza y que te coja los brazos por las muñecas y, sin que tú hagas fuerza, que te estire los dos brazos con la misma tensión y que junte los pulgares de tus manos. Si los brazos no se quedan en la misma posición y uno de los pulgares no coincide con el otro, puedes tener un psoas acortado.

Lo que puedes hacer tú

Si los test te salen positivos, puedes acudir a nuestro centro para que valoremos dichos músculos y los trabajemos y asesoremos si pueden ser problemas físicos por posturas de trabajo, traumatismos, etc. o pueden ser problemas emocionales y si fuera el caso te pondremos en contacto con Vicente Casaña  si lo deseas.

Espero que el artículo te ayude a conocer más tu cuerpo, a darte cuenta lo que las emociones te pueden afectar a nivel físico y sobretodo, a que sepas que éstas también pueden ser solucionadas con un buen enfoque de la base del problema.

Si te ha gustado, gracias por compartirlo y por poner un comentario.

Óscar Casaña Peón